martes, 24 de mayo de 2016

El dios lobo



Este paso fue distinto de todos los anteriores, pisó blanduzco. La sensación siguiente mezcló pensamientos de extrañeza con un agudo escozor. Y miedo. Mucho miedo. ¡Cómo podía quedar alguno ahí, tan lejos de la zona de combate!. Bajó el rifle tan rápido como la vista y disparó antes de distinguir los reflejos metálicos del cráneo descubierto. Vació medio cargador de disparos indiscriminados; uno le amputó el dedo chico; otro le atravesó el empeine; la metralla desfiguró su pie.

Cuando cayó a un lado seguía apuntado al cráneo. Vio que allí no quedaba ninguna posibilidad de vida y comenzó a pensar en la suya.

“¡Hijo de puta! ¡Qué coño hacías aquí! Joder, estamos a tomar por culo del frente.”

La única respuesta fue el caer del polvo que se había levantado. Al poco rato comenzó a reír, desencajado.
“Joder, por lo menos no eras una puta serpiente. Me hubiera jodido reventarme el pie por una puta serpiente.”

El sistema del exoesqueleto pudo inocularle la última dosis de nanobots disponible, que en unos segundos pararon la hemorragia y cauterizaron las heridas abiertas. Sin embargo, sabía, no podrían hacer nada contra las bacterias alienígenas que el maldito monstruo tendría en la boca y le habrían traspasado con del mordisco.

“Habéis destruido media Tierra, os habéis cargado mi unidad, me habéis disparado con rayos ultraespectrales.. ¿y me van a matar las putas bacterias que lleva esta mierda de clon para digerir la carroña que caza en las batallas? Joder, Dios, me cago en la puta.”.

Las venas de la pierna ya tenían un azulado púrpura a la altura de la rodilla y transmitían ese dolor extraño y punzante del frío helado. La sed le apremiaba en la garganta. Sintió los ojos febriles.

“Ahora o nunca.”
“Si activas el protocolo de emergencia final se enviará una señal de socorro con sus coordenadas en las frecuencias más habituales abierta a cualquier receptor.  Este procedimiento consumirá definitivamente las baterias. ¿Procedemos?”
“Sí, joder, sí, envía esa puta señal. Y quiera el Dios que la escuchen amigos”.

Ahora o nunca, se había dicho. Ahora o nunca y cada vez más nunca. Eso le golpeaba la cabeza.

Se desprendió del exoesqueleto y se sintió extrañamente libre. El rifle ya sólo tenía funcionalidad convencional y pocas balas. Tal vez siete. Sabía que no aguantaría mucho; sin apoyo tecnológico no alcanzaría ninguno de los búnkeres de la resistencia. Así determinó que su única posibilidad sería encontrar un río y dejarse llevar por su corriente, que tal vez le arrastrara hasta una población. Y una vez allí, quién sabe...

“Por qué coño no me aprendería el mapa. ¡Mierda de MapLoc, no valgo una mierda sin mi exoesqueleto!”

Tomó dirección sur con el paso confiado del que se sabe desahuciado. Sabía que no tenía posibilidades, pero sentía que quedaba alguna. Y eso era suficiente para un guerrero de la Tierra. Sí, encontraría el río y se visualizaba flotando en él, mirando al cielo, pensando en el agua como la personificación del Dios. Casi podía sentir el frescor envolvente y el rumor. Y fuerza de la gravedad, meciéndolo suavemente.  Igual sería una muerte amable, en el peor de los casos, ahíto de agua, sin más sed.

Exactamente 13 minutos después aparece un lobo en escena. Olisquea el cráneo de metal y carne disperso por el suelo, el exoesqueleto y algunos casquillos que rodean la masacre. Mira al frente y recorre varios metros del rastro de los pasos. Mira atrás y ladra. Comienza a correr. Lo siguen docenas. Todos persiguiendo el rastro. A los pocos minutos se escuchan aullidos, los mismos que entonan los lobos cuando van de cacería.