domingo, 4 de mayo de 2014

Like a rocket


Saltar al vacío, confiar en la suerte, dijo cuando aceptó el primer matrimonio. Esta vez es la buena, seguro, pensó con el segundo. Luego dijo basta, y cambió el chip. Que grandes desconsuelos lleva, amarguras trae.

Los latinos estáis locos. El amor os sucede como un cohete. Despega y alcanza veloz la estratosfera. Y en un momento dado, se descompone y se cae como una roca. Al suelo. Ya, ya, pero si es sólo sexo. Pero el sexo entre personas hermosas y sensibles lleva un poco de amor consigo. ¿Te vas a enamorar? No vamos a follar. No quiero tener que casarme contigo. No quiero arrepentirme después. Entiendo y lo respeto. Gracias. ¿Crees que con eso estoy intentando gustarte o ser sincero? Creo que eres sincero intentando gustarme. De acuerdo, me gusta, dice él enarcando una ceja y mostrando una sonrisa. Ahora siento dos cohetes. ¿A qué te refieres? Mira, dice señalando a la enterpierna. ¡Que no, que es el móvil!, bromea. Ella ríe, le da una palmada en el hombro, regañándole. Aunque le gusta, por supuesto, se siente halagada. Él clava constantemente los ojos en sus ojos y ella los sostiene. Aguanta la batalla. Descansan un instante y otra vez. Así todo el rato mientras hablan. Hay más gente alrededor pero no hay nadie. Él siente que es el momento idóneo para lanzar la caña. Pero ella dijo lo que dijo y él lo respeta. También opina que ella desea seguir jugando. Así que ambos pensamientos incompatibles implosionan. Encuentra una salida: se lo dice. Si no te respetara, te lanzaría un beso, nunca le puedes decir caña a una chica. Especula. O tal vez la mano y acariciarte el pelo. Y como que no quiere la cosa bajar, a la oreja, al cuello.Un poco de contacto: mi mano grande en tu cuello pequeño. Ella sonríe. Ha deseado un movimiento como ese. Pero ha aprendido a no vivir tan sólo en el momento. Es más sano. Al menos para su cabeza. Además, sin pensarlo, ya sabe que cuando él dijo beso, pensó caña, pensó redes. También le teme al cohete. No al del pantalón, sino al que se dispara con el sexo entre personas bellas y sensibles. Al que se dispara cuando se desconoce y todo es deseo e imaginación, la hora de vino y rosas.

Ya no beberá más. Tan sólo agua. Seguirá enfrentando la batalla de ojos mientras, poco a poco, se desvanece. Le agradece ser atrevido y, más, ser honesto. Todo acabará en tablas, pero se han divertido.


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